Partido lineal donde se jugó siempre de la misma manera sin variantes que hagan que cambien el desarrollo. Pocas veces se vio algo igual en el gris mosaico, algo ilógico en el deporte de la dinámica de lo impensado, pero lógico para la futurología de estos tiempos que al ver que la primera mitad terminó 3 a 2, fácil determinaría a un acertado 6 a 4 final.
Los Invisibles con un arquero lesionado e improvisado que se ganó su apodo como el Rifle jugando de 9 para los Incas, no pudo hacer mucho, básicamente porque regaló demasiado la guardia de sus tres palos; sus jugadores debieron retirarse conformes por lo brindado dentro del campo de juego sabiendo que sin portero es difícil ganar a este nivel.
Jogo Bonito fue pura pasión e inteligencia más la potencia de Alejandro “el Mudo” Benítez que por momentos se cargó el ataque en andas; no jugó bien pero ganó que era primordial para descansar una semanita porque la próxima queda libre el equipo carioca.