Partido épico en el que a medida que los jugadores entraban en ritmo, la llovizna pasó a tormenta y entonces la caprichosa indomable y resbaladiza, fue más antojada que nunca y cuando no se posaba en algún oasis de la cancha, terminaba fortuitamente en los pies de algún equilibrista que buscaba hacer pie para intentar acompañarla unos metros. El juego se desvirtuó muy pronto pero los tres puntos se quedaron del lado del que supo primero como resolver más simple en esas condiciones extraordinarias con una cancha inundada.

El Kal a medida que se colapsó la cancha perdió toda chance por ser el obligado desde el marcador a ir a buscar un resultado que lo sentenció la lluvia torrencial

El Tino fue inteligentes y con un terreno de juego encharcado muy difícil para el traslado, hicieron la simple, cascotazos al 9 que bajándola y aguantando transformaba todo pelotazo en un pase largo de precisión que generalmente terminaba en jugada de peligro.