Partido vertiginoso de ida y vuelta por momentos más hablado que jugado pero que lejos de darle lugar a los merecimientos, la diferencia estuvo en el conteo de quien aprovechó las que tuvo y sacó a flote con inteligencia una contienda ajustada como pollera de promotora.

St Etienne peca en algunos pormenores que suelen ser decisivos y a veces esos pequeños detalles marcan diferencias frente a rivales equilibrados.

Jogo Bonito tiene a R. Busto que ya no hay que decir que está afilado sino que no se desafila nunca, siempre prendido en el marcador, un goleador de raza acompañado de un ejército de gladiadores que dejan todo por la camiseta y buscan un nuevo título y un récord de partidos invicto.