Partido malo con poco buen trato a la redonda, todos muy preocupados por pedir, aventajar de mala fe o vaya a saber para qué y porque; ni hablar la razón de ganar a toda costa con cualquier tipo de fraude o mulería en la que el respeto al rival no existe o no estuviese. Qué méritos tendría un título… una victoria, si se ha conseguido con trampa? Eso no es ganar, eso es perder, y en ese aspecto ambos perdieron; porque el fútbol es alegría, y a ellos se los vio enojados. Porqué el fútbol es compartir y los protagonistas no lo hicieron. El fútbol es algo mucho más profundo que se entiende en aquel momento que uno quiere estrecharse de un abrazo con su rival al término de una batalla leal que le dio un mérito significativo a la victoria y dejó fuera de reproches a la derrota, porque sino jugaríamos a la play chochamus. Es dable destacar que el que está enfrente siente un amor muy parecido al propio y que dejó todo y / o postergó cosas para llegar a compartir un jueves de enero a la noche con 40 mil grados, después de una larga jornada y con vistas a un viernes en los mismos términos, otra noche de fútbol. Por eso cuando hablamos de lealtad, hablamos de cuidar al rival, porque queremos que el rival nos cuide, entendiendo que sin él no somos nadie.