Desde que volvió al gris mosaico Manguenga buscaba un rival así, que lo incomodara, que no pudiera resolver, que lo pusiera en aprietos. Ni el tóxico, ni la serpiente fueron necesarios como siempre, de hecho este último se dedico a impacientarse con sus compañeros y no jugar. El señor Boga fue el desequilibrio, el único de los 15 jugadores que estuvo zen y en paz, así pegó en los momentos claves. Tutanga sigue en un senda dulce, a pesar de haber perdido muestra su fiereza y su poderío a quien se le pare adelante, un poco modificando estrategías que los llevaron a grandes resultados se afianza y quien te dice que termina picando en la punta.