Sábado, nueve de la mañana. Solcito amable, fresco, y una cancha que respiraba fútbol desde temprano.

Papota empezó con la pelota al pie, sabiendo que enfrente había historia, orgullo y calidad. Pero cuando los dos equipos se conocen tanto, el primer golpe vale doble. Y ese golpe lo dio Agustín “El Mariscal” Juárez, que desde lejos se animó a pegarle y la clavó contra el palo, abriendo el marcador con un remate lleno de decisión. Gol de los que cambian partidos.

A partir de ahí, el equipo Papotero fluyó.
La figura indiscutida fue Lucio Colosa, que jugó un partido para encuadrar: tres goles, cada uno con su sello de desequilibrio, velocidad y frialdad en la definición. Por momentos, cuando encaraba, el rival quedaba desacomodado; esas gambetas que parecen de potrero y terminan en red. Intratable.

Del otro lado, Un Equipo FC, el equipo de Salvatore, luchó y se sostuvo con los hermanos Decastelli en la base y el siempre inquieto Rama Aira Pace en ataque, que esta vez no tuvo la puntería de otras jornadas. Cuando la pelota no entra, el fútbol se vuelve cuesta arriba, y eso fue lo que sufrió el equipo.