El fútbol tiene esas cosas que ni los algoritmos del Big Data pueden anticipar. Y si hablamos del fútbol amateur, es directamente tierra de milagros, de epopeyas y de viernes a la noche que condicionan domingos enteros. Por eso, cuando el último le gana al puntero, nadie debería sorprenderse… pero igual sorprende.
Así es el Verde Césped.

El puntero Ratoés, sólido, líder, con ventaja y con ese aura de equipo que se hizo fuerte a base de resiliencia, cayó 3–2 contra Toco y No Voy, el último de la tabla, en una historia que roza lo cinematográfico. Una de esas que si la contás afuera, no te creen.

Ratoez vino con todo: plantel completo, titulares en su prime, suplentes listos, hinchas al costado del alambrado. Todo prolijo. Todo puntero. Todo lógico. Pero el fútbol amateur no sabe lo que es “la lógica”.

Del otro lado, Toco y No Voy venía a las piñas con la realidad: el capitán, Santi Fernández, había dejado el barco medio a la deriva después de un fin de semana larguísimo. Tan largo que, cuando llegó el domingo, necesitó refuerzos del multiverso de Depoencuentros. Pidió ayuda. Y el universo respondió. Así fue como cayeron dos próceres del potrero: Ale Peloso, de Allax, y Nacho Granella, de Nolimpio. Dos tipos que llegaron y saludaron con la mano como diciendo “¿cómo andan? ¿A quién hay que marcar?”… y entraron.

Y acá viene lo increíble: Los tres goles del triunfo fueron de ellos. Gol de Peloso, dos de Granella.
Un cuento. Un mito. Una fábula para contarle a los pibes dentro de 10 años.

El puntero, lleno de jerarquía, fútbol, confianza y presente, chocó con el espíritu impredecible de un Toco y No Voy que, reforzado por la hermandad amateur, sacó chapa de épica. Porque cuando un equipo juega sin nada para perder… juega con todo para ganar.