El primer duelo de la C dejó una enseñanza vieja como el fútbol mismo: cuando dos equipos son parejos desde los nombres y desde la intención, el que juega más simple suele ganar. Cortala Pipo no inventó nada extraño, no buscó lucirse con posesiones interminables, ni quiso seducir con un libreto elaborado: eligió el camino práctico, la ruta directa, la que evita riesgos y potencia virtudes. Saltar líneas, perder pocas pelotas, mantener siempre dos jugadores resguardando su propio arco. Simple, claro, efectivo.

Toco y No Voy, en cambio, fiel a su ADN, apostó a la construcción desde atrás. Thiago, Gamarra, Lescano, Santi… todos buscando hilvanar jugadas largas, con mucha intervención, mucho toque y mucho volumen. El estilo es hermoso, sí, pero tiene un precio: más traslados significan más riesgos, y más riesgos, más chances de quedar mal parados. Eso fue exactamente lo que pasó. Cada pérdida en campo propio se transformaba en un contragolpe incómodo, veloz, profundo.

Del otro lado, Pipo tenía un arma que hoy fue diferencial: Nieves como pivot. El eterno comodín —que ya jugó de arquero, defensor, volante y ahora de nueve— volvió a demostrar que es de esos jugadores que pueden adaptarse a lo que el partido pide. Se paró como referencia ofensiva, aguantó de espaldas, descargó y atacó el espacio. Metió dos pepas: una de peinada y sombrerito de colección, y otra después de una descarga perfecta. Cada balón largo que recibió era un problema para la defensa rival.

A su lado, otro viejo conocido: Toty Barber Arguello, esa especie de pivot-bulldozer que juega en dos equipos por fecha y siempre marca diferencia cuando los demás recién están entrando en ritmo. Su presencia elevó el nivel de Pipo en los momentos clave, dándole claridad y sostén cuando los avances pedían pausa.

Toco y No Voy tiene más para dar. Mucho más. Carga con lesionados, viene con jugadores tocados y está jugando por debajo de su potencial real. Lescano tiene pasta de figura, pero necesita levantarse en confianza; Cabrera y Gamarra acompañan bien, pero todavía no logran quebrar el molde que los frena. Y atrás, entre Urbe, Santi y Requino, tienen una base que cualquier equipo quisiera. Apenas se iluminen los de arriba, este equipo va a despegar. Ellos lo saben, vos lo sabés, todos lo sabemos.

Pero hoy el partido fue del que entendió antes cómo había que jugarlo.