Fue un partido de ajedrez futbolero, de esos donde cada movimiento cuenta. Un Equipo FC, el conjunto de Salvatore, volvió a mostrar la estructura defensiva que lo caracteriza desde la llegada del Pelado Betellani. La fórmula se sostiene en orden, disciplina y un arquero excepcional: Thiago Otero, figura constante, volvió a ser un muro. Tapó tres o cuatro pelotas que eran goles cantados y mantuvo con vida a su equipo durante gran parte del encuentro.

Sin embargo, la solidez no se tradujo en ataque. Faltaron los jugadores “mágicos”, los encargados de romper líneas o inventar algo distinto. Con una delantera improvisada y poca generación de juego, Un Equipo resistió, pero no tuvo peso ofensivo.

En el otro campo, Cortala Pipo también tuvo que remar. La ausencia de Recalde en el mediocampo se sintió: sin su claridad, costó conectar y hacer llegar la pelota a Ayala. Aun así, el capitán fue decisivo. Se las arregló para generar peligro, marcar dos goles y comandar a un equipo que aprovechó sus chances con eficacia.