Hay partidos que parecen escritos por un guionista que se levanta inspirado. Y el Cortala Pipo vs Sudacas fue exactamente eso: fútbol, drama, solidaridad amateur, amigos en contra, épica y un final digno de aplausos.

Era un duelo clave: Pipo, tercero y en zona de ascenso, con un presente sólido. Sudacas, cuarto, necesitaba ganar para meterse en ese tren. Partido directo. Partido bravo. Partido de ascenso.
Pero Sudacas llegó con un problemón: sin arquero. El “desfallecido” no llegó y el capitán, Kevin Garaban, tuvo que ponerse los guantes improvisados. La primera postal del partido ya era una historieta. Para colmo, arrancaron con uno menos. Cinco contra seis. Y del otro lado, Pipo es uno de esos equipos que si les das un centímetro, te hacen un cuadro. A los seis minutos ya estaban 2–0 arriba.

Y ahí apareció la magia del amateur.
Entre el público que había ido a ver a Pipo, un amigo —John Cordara— dijo la frase más hermosa del fútbol de los domingos: “Tengo los botines en el auto.” Se los puso, entró para Sudacas… y el partido cambió. Con seis contra seis, Sudacas emparejó rápido. Kevin en el arco se empezó a acomodar, la defensa tomó aire y Cordara aportó orden y claridad. Del lado de Pipo, la figura de siempre: Toti “El Barber”. Jugador de esos que el potrero hace de barro y talento. Cuando usa la remera marrón, se transforma. Pivotea, gira, descarga y lastima. Hoy metió tres y pudo haber metido diez, porque cada pelota que tocaba tenía olor a peligro.

Pero la novela no estaba terminada. Porque Sudacas, contra todos los pronósticos, se metió en partido. En el segundo tiempo, con el partido 4–3, apareció el invitado inesperado: Cordara —sí, el amigo de Pipo que entró para completar— armó una doble pared monumental en el borde del área y la mandó a guardar. 4–4. Explosión total. Los de Pipo no lo podían creer, los de Sudacas tampoco.
El Verde Césped, feliz. Los últimos diez fueron una caldera. Ida y vuelta, piernas pesadas, corazones estallados. Ambos generaron, ambos tuvieron, ambos pudieron ganarlo. Pero Pipo, con plantel largo, variantes, piernas frescas y jerarquía colectiva, terminó imponiendo su peso específico. Metieron la cabeza en el momento clave, ajustaron las tuercas y sacaron el partido adelante como un equipo grande.

Un partidazo épico, lleno de condimentos, con un héroe inesperado, con un arquero improvisado y con un final digno del ascenso.