El choque entre A La Tibia y Papota fue un partido donde las individualidades pesaron más que lo colectivo. El trámite estuvo marcado por la intensidad: difícil sostener sociedades largas, complicado circular la pelota, y mucho espacio para el uno contra uno. Como decía Johan Cruyff: “el fútbol es un juego colectivo, pero se resuelve en lo individual”.

Por ese carril se lució el 10 de Papota, que asumió la responsabilidad y empezó a brillar cuando el partido más lo necesitaba. Sin embargo, el equipo no pudo acompañar su nivel y se vio superado en la ofensiva por un A La Tibia con jerarquía de campeón.

El ganador contó con la presencia de dos jugadores de Allax, actual campeón de la Primera A: Lucas Cole, determinante en la generación, autor de la asistencia clave y Lautaro Viz, el goleador absoluto de la máxima categoría, que volvió a ser decisivo y, además, rompió un récord histórico: llegó a 69 goles en un año calendario, superando la marca de Brian Britos (66) que había quedado en lo más alto hasta 2024.

Ese registro lo coloca en una dimensión distinta: constancia, voracidad y eficacia que recuerdan a los grandes artilleros del fútbol mundial. Como explicaba Carlo Ancelotti sobre los goleadores: “son una raza especial, no necesitan jugar bien todo el partido, sólo necesitan el momento justo”.

En el segundo tiempo, A La Tibia mostró su poderío. Con espacios y con el marcador de su lado, terminó de inclinar la balanza en lo que al comienzo parecía un partido trabado. La combinación de experiencia y eficacia hizo la diferencia.

En conclusión, A La Tibia ganó porque tuvo más recursos individuales de peso, con un Lautaro Viz histórico que escribió otra página dorada en los torneos Depoencuentros. Papota compitió, encontró destellos en su 10, pero el fútbol volvió a recordar la máxima de Menotti: “los equipos se arman de atrás para adelante, pero se ganan con los de arriba”.