En el verde césped Cortala Pipo se llevó un triunfo de esos que se gritan con el alma. Ganó 3-2 ante A La Tibia, bajó al puntero y encendió la Primera C, que arde con tres equipos separados por un suspiro. Fue un partido medido, espeso, de esos en los que cada dividida se siente y cada error cuesta caro.

A La Tibia, sin arquero natural y con su estandarte Mate Galera improvisado bajo los tres palos —sin guantes, pero con orgullo—, salió a jugar el partido con el corazón antes que con el libreto. Y a pesar de la adversidad, respondió con carácter. En el fútbol, como decía Menotti, “no hay equipos chicos, hay equipos que se animan”, y Tibia se animó. Pero el destino ya le había jugado su partido antes de que la pelota ruede: sin su goleador Lauti “Récord” Viz, lesionado en la previa, el equipo perdió potencia ofensiva y lo sintió.

Cortala Pipo, en cambio, construyó desde el equilibrio. Lo hizo sin lujos, pero con determinación. Supo que no había que ganarlo por aplastamiento, sino por convicción. Su arquero, Fatura Villalba, fue el punto de apoyo desde el fondo; seguro, firme, respondió cuando lo llamaron. En defensa, Gerez, un habitual con gol, volvió a demostrar que los defensas también pueden romper líneas y cambiar partidos. Y en el medio, Johnny Recalde manejó los tiempos, barrió, distribuyó y, como si fuera poco, aportó al marcador. Un 5 con jerarquía que entiende los momentos y los interpreta como un relojero del potrero.

El partido se partió en el segundo tiempo: A La Tibia buscó, empujó y arriesgó, pero Pipo fue más eficaz. Cada llegada tuvo peso, cada recuperación valió oro. Y cuando el reloj marcaba los últimos minutos, la tensión se respiraba: el final fue más raspado que jugado, más lucha que lirismo.

Al sonar el pitazo final, el festejo fue desahogo: los de Pipo lo celebraron como una final. Del otro lado, A La Tibia masticó bronca, pero con la dignidad intacta. Porque aun en la derrota, mostró compromiso y orgullo. “No siempre se gana cuando se gana, ni se pierde cuando se pierde”, decía Valdano. Y este partido fue la prueba perfecta.

La C se prende fuego. Cortala Pipo alcanzó A La Tibia, y ambos le abrieron la puerta a los Ratoes, que horas más tarde treparon a la cima. Un torneo apasionante, donde cualquiera puede ganarle a cualquiera. Y donde, como en la vida, los que insisten son los que terminan arriba.