El partido entre Richerdi y SyH fue de esos que prometen y cumplen: parejo, intenso, con pasajes de buen fútbol y entrega total. Richerdi arrancó mejor, sacó ventaja rápido y desde ahí manejó los tiempos. SyH tuvo que remar desde atrás, y eso siempre pesa. Le costó, pero no dejó de insistir, aun con el marcador adverso.

Hasta ahí, todo lo que nos gusta ver. Pero tras el final, la historia cambió de tono. Dos jugadores se cruzaron, se entrelazaron, y todo se ensombreció por un momento. No hubo malicia premeditada, pero sí desborde. Pasan cosas, claro que pasan, pero lo importante es no confundirse.

Porque el fútbol amateur no necesita villanos, necesita valores.

Y vale recordar que en el Verde Césped jugamos para compartir, no para lastimar. Que la grandeza no se mide en goles, sino en gestos. Que ganar sin respeto no es ganar. Que el rival no es el enemigo, sino quien nos da la posibilidad de jugar, competir y disfrutar.

Porque el fútbol es alegría, es compartir, es entender que el que está enfrente siente un amor muy parecido al propio. Por eso, cuando se habla de lealtad, se habla de cuidar al rival, porque queremos que el rival nos cuide. Sin él, no somos nadie.”

Las emociones son parte del juego, pero el respeto es innegociable.

A veces, los verdaderos triunfos están en saber ganar y saber perder. En seguir construyendo desde la lealtad, en cuidar al compañero y también al que viste otra camiseta.

Porque sin respeto, no hay fútbol.