Bajo un cielo que empezaba a largar sus primeras gotas, La Pandilla escribió otro capítulo de esos que hacen ruido en la tabla y en los pasillos del Verde Césped. En apenas su segundo partido del torneo, el equipo nuevo venció 4 a 2 a Guerreros Z, un histórico recién descendido de la A que, esta vez, no encontró respuestas ante la solidez rival.

El triunfo tuvo aroma a equipo serio. La Pandilla mostró una identidad clara: equilibrio, compromiso y un sentido colectivo que sorprende para un conjunto tan reciente. En el fondo, una zaga central firme y serena —de esas que anticipan, ordenan y contagian confianza—. Y en ataque, Alejo Kevin, capitán y referencia ofensiva, volvió a demostrar que los buenos 9 no solo hacen goles: también lideran.

El golazo de la tarde lo firmó uno de los centrales, con un disparo desde atrás de mitad de cancha que desafió la física y la lógica. Una postal que quedará en los archivos del torneo, de esas que se cuentan una y otra vez en la previa del próximo partido.

En cuanto al juego, La Pandilla alternó estilos con inteligencia: por momentos saltó líneas para conectar rápido con su 9; en otros, salió jugando desde el fondo, construyendo con paciencia. La clave fue la solidaridad defensiva, la capacidad de moverse como bloque y cerrar los espacios ante un Guerreros Z que nunca dejó de intentar, pero chocó contra una estructura bien plantada.

El equipo de los Zetas tiene nombres, jerarquía y pasado. Lo que todavía le falta es cohesión. Sus nuevas incorporaciones prometen, pero aún no terminan de encajar en el engranaje colectivo. Y el fútbol —como diría Marcelo Bielsa— “es un estado de conexión entre once personas que se mueven al mismo tiempo con una misma idea”.

La Pandilla lo entendió rápido. En dos partidos, mostró más sincronía que muchos equipos en una temporada. Si mantiene este rumbo, no será solo una sorpresa: será una realidad en la Primera B.