En el marco de los torneos Depoencuentros se vivió un clásico de peso pesado: Los Álamos frente a Jogo Bonito, dos equipos que se conocen de memoria en el verde césped. El duelo arrancó con un condimento inesperado: Rodrigo Busto, máximo artillero del fútbol amateur, debió calzarse los guantes y arrancar como arquero del Carioca.

La jugada pareció un riesgo, pero para los 10´ minutos llegó el Uno Tato Bottini y el arco en 0 con dos intervenciones del goleador arquero. Jogo aprovechó cada oportunidad y mostró una eficacia de manual: cuatro llegadas, cuatro goles. Del otro lado, Brugnoli fue la bandera de Los Álamos en la creación. Su equipo proponía, elaboraba y lograba progresar en el campo con circulación y diagonales, pero se topó con el viejo axioma del fútbol: “el que no concreta, lo sufre”.

Más allá de la goleada parcial, el partido dejó pasajes intensos, con choques, presión alta y conceptos que recordaron al fútbol grande: Jogo apostó a un bloque medio con transiciones rápidas, mientras que Los Álamos buscó más juego asociativo, al estilo de Guardiola, con paciencia y amplitud.

El resultado terminó siendo un reflejo del desarrollo: un Jogo Bonito pragmático y demoledor, frente a un Los Álamos que mereció más pero careció de definición.