El resultado marcó un 7-2 contundente para los Titanes de Cronos, pero la historia en el césped no fue tan lineal. El trámite fue más parejo de lo que sugiere el marcador, aunque el fútbol, como repite Bielsa, “es un juego de errores, y gana el que menos se equivoca”. Y en ese rubro, Cronos fue quirúrgico.

El partido se abrió con la presencia demoledora de Leo Varela, que cada vez que tuvo la pelota no perdonó: tres oportunidades claras, tres puntinazos al fondo de la red. La eficiencia de un jugador versátil que entiende que la diferencia se marca en los metros finales.

A su lado brilló Naza Alegre, que cuando está suelto y se desprende rápido de la pelota, se transforma en ese jugador que influye en las dos áreas: asistió, recuperó y le dio dinamismo al juego de los titanes.

Del otro lado, Los Álamos mostraron un equipo con material, con mística y con herramientas, pero al que le faltó un poco más de ritmo para la exigencia de la máxima categoría. Se nota la ausencia de Agus Guerra, voz de mando y equilibrio, y el físico aún en recuperación de Rama Brunioli, clave para que el equipo compita de igual a igual.

El resultado fue abultado porque Cronos combinó intensidad, precisión y jerarquía en los momentos justos. Como diría Simeone: “El esfuerzo no se negocia”, y esa fue la bandera con la que los Titanes impusieron su ley.