Un duelo que, como las mareas del Atlántico, cambió de dirección constantemente. Los primeros minutos del encuentro fueron un claro dominio de Sudacas. Con un fútbol asociado y preciso, lograron imponer su ritmo y plasmarlo en el marcador ante un contrario errático. Parecía que el partido estaba encaminado hacia una cómoda victoria para los Sudacas.

Sin embargo, el fútbol es un deporte impredecible y Fredipece demostró tener un gran corazón. Con un juego basado en la intensidad y la lucha, los locales lograron revertir la situación y dar la vuelta al marcador. Dos tantos de bella factura, fruto de jugadas colectivas, igualaron el encuentro hasta que llegó la obra maestra de su capitán A. Domingo para darlo vuelta.

Pero la historia aún no había terminado. En un final de infarto, el conjunto de Garaban volvió a tomar las riendas del cotejo y anotó otra dos pepas de la victoria, dejando a Fredipece con las manos vacías. Un desenlace agónico que dejó a todos los presentes electrizados.
En definitiva, un encuentro que tuvo de todo: goles, emociones, intensidad y un final de película.

La figura del partido fue sin duda el delantero de Sudacas, Matías Genovese quien demostró una gran habilidad para desmarcarse y definir ante el portero rival. Sus dos goles fueron una muestra de su calidad y su olfato goleador. Por su parte, el emblema de Fredipece fue el alma de su equipo, luchando incansablemente en cada balón y generando peligro en el área rival.