La mañana del partido fue como una prolongada noche de fiesta, con sus altibajos y sus momentos de éxtasis. El encuentro, lejos de ser una simple confrontación deportiva, se transformó en un espectáculo lleno de contrastes. Por momentos, el juego se tornaba lento y estratégico, como una conversación entre amigos en la madrugada; en otros, explotaba en una ráfaga de emociones, como una canción que te hace bailar sin control. El balón, como un invitado inesperado en una fiesta, era disputado con ahínco por los jugadores, que se movían por el campo como derviches en trance. Los arqueros, los anfitriones de esta celebración, se lucieron con intervenciones soberbias. Finalmente, el resultado fue justo y pudo haber marcado la definición del torneo entre los dos mejores equipos del año.
El camino de estas escuadras durante todo el año obligó a la otra a mejorarse, a no relajarse. Ni Tinta ni Cronos se permitieron un desliz en todo el año de competencia mano a mano. Una maravilla de una rivalidad de alto nivel que seguiría en la máxima categoría en el 2025.