En un duelo titánico donde el balón, cual astro luminoso, fue perseguido con fervor, dos escuadras se enfrascaron en una batalla campal. La esférica, como una diosa caprichosa, fue cortejada con pases exquisitos y remates certeros que ganó quién entró más despierto y sacó ventajas en los primeros minutos.

Caballeros de Medio Tiempo, agobiados por el peso de la noche, trotaba a la zaga, asediado por las sombras de la derrota. Si bien en el segundo acto logró igualar la contienda, su ímpetu inicial se había desvanecido, cual castillo de arena ante la marea.

Cronos, ágil y sagaz aprovechó los descuidos del rival, asestando golpes certeros como flechas envenenadas. Pero fue el BB Brian Brito, un auténtico mago del balón, quien deslumbró a todos con su habilidad, se erigió como un coloso definiendo con la frialdad de un asesino.