En este deporte, como en un baile, cada jugador tiene un papel fundamental. Y aunque a veces las emociones nos lleven por caminos inesperados, recordemos que la verdadera victoria está en saber levantarnos y seguir adelante. Porque al final del día, los recuerdos más valiosos no son los trofeos, sino las sonrisas compartidas, los abrazos fraternos y las anécdotas que contaremos a nuestros nietos.