La explicación del impensado y asombroso 9-3 no debe buscarse en hechos fortuitos ni en casualidades ni en ninguna otra cosa que no tenga que ver con estrictas razones futbolísticas. Pero la mención de lo "futbolístico" no debe dejar de lado nada de lo que el término abarca. Fue la expresión acabada de una superioridad abismal en lo técnico, lo estratégico, lo colectivo y lo anímico. Pero ni ese detalle ni ninguno de los otros atenuantes imaginables explican por sí solos la inmensa diferencia de concentración, velocidad y energía que hubo el domingo entre uno y otro. El espejismo del comienzo, en el que pareció que la presión era una táctica y una actitud compartida, se esfumó con la llegada pronta de los goles en el 4 a 0 del primer parcial y abrió definitivamente las puertas de una fiesta inolvidable para los de enfrente.

La Topadora encaró el entretiempo con un dilema: intentar la recuperación heroica y evitar la catástrofe. Salieron al complemento con mayor rebeldía y acomodaron los parciales pero bien saben ellos que supieron vencer campeones, que estuvieron muy lejos de su nivel.

La Iaioneta es un equipo que funciona bien con razones colectivas que se complementan con las individuales y justamente el domingo fueron el gozoso beneficiario de la conjunción de ambas para vivir una mañana inspirada.