El partido fue un verdadero espectáculo de dos caras, una contienda que, a pesar de las oscilaciones en el marcador, se mantuvo leal y bien jugado hasta el último suspiro. El telón se levantó con un primer tiempo avasallador, donde el equipo de Sosa/Montenegro salió con una determinación arrolladora, plasmando su superioridad en cada rincón de la cancha. La posesión del balón fue abrumadora, las combinaciones fluidas y la eficacia frente al arco rival casi perfecta. Cada llegada era una sentencia, y la defensa rival, aturdida por la intensidad y la precisión, no encontró respuestas. Así, los primeros 20´ minutos concluyeron con un contundente 4 a 0 para la 71, un marcador que parecía definir el encuentro de manera anticipada.
Sin embargo, el descanso trajo consigo una transformación completa en el ritmo del juego. El segundo tiempo fue una historia completamente diferente, donde el equipo de los Boyne emergió con una renovada energía y una estrategia ajustada que sorprendió a propios y extraños. Con una presión alta y una concentración notable, comenzaron a descontar, dejando al descubierto cierta relajación en el equipo contrario. Cada gol visitante, un 0 a 3 parcial que metía miedo, era un golpe anímico que hacía temblar la ventaja inicial. La tensión se apoderó del ambiente, y lo que parecía una goleada se convirtió en una agónica lucha por mantener la diferencia mínima. Finalmente, el pitido final resonó en el aire, sellando un 4 a 3 que, a pesar de la espectacular remontada en el segundo tiempo, premió al equipo que supo sacar la primera ventaja y sostenerla con dientes apretados. Fue un partido que se definió en los pequeños detalles, donde la capacidad de golpear primero y resistir la embestida final resultó ser la clave de la victoria en un encuentro memorable por su deportividad y la pasión exhibida por ambos conjuntos.